El mundo de las letras

¿De dónde viene la palabra escrita?

Por si no lo he dejado claro, hasta ahora, quiero dejar constancia de que «el mundo de las letras»  existe.

El mundo de la literatura ha generado, a lo largo del tiempo, un espacio virtual donde las palabras escritas permanecen ajenas al paso del tiempo. Cuando este espacio se vuelve denso y opaco, surge la chispa de la inspiración y una novela es escrita, absorbiendo en el proceso de su creación, análogo a una llama que arde, el excedente de palabras acumuladas. En cambio, para consolidar o generar una nueva sección, se utiliza la vocación y el mundo de las letras llama a la puerta de toda aquella persona que tenga algo que aportar y la estimula hasta que ésta termina su cometido.

El proceso del artista literario es ígneo, su escritura arrasa generando nuevos espacios para la expansión de las letras. El proceso del escritor vocacional, por el contrario, es de carácter húmedo, su aportación es similar a la lluvia que moja los campos y ciudades, renueva el aire y contribuye al ciclo vital del agua. 

Así como el fuego renueva el espacio, el agua actualiza los tiempos...

Personalmente, considero el acto de escribir, un oficio para el que se necesita vocación y dedicación, ya que la escritura, para estar dotada de conciencia, necesita basarse en la experiencia y el camino recorrido. Sé que esta observación deja fuera a muchos autores y géneros pero, desde mi punto de vista, estos pertenecen al género de los artistas que escriben por inspiración. Pienso que el mundo de las letras se divide entre los escritores de oficio, que escriben por vocación y los artistas que escriben por inspiración. Los primeros, aportan solidez al mundo de las letras, los segundos, igual de necesarios, contribuyen a hacerlo más liviano. 

He reflexionado durante largo tiempo sobre el acto de la lecto-escritura y lo considero uno de los vínculos más cercanos y comprometidos que puede establecerse entre dos personas. Incluso puede llegar al tiempo de lo sagrado, si autor y lector toman conciencia del vínculo establecido. Tal y como yo lo veo, la [1]edición digital permite al autor proyectarse en el tiempo y espacio en forma directa, sin intermediarios y, por ello, pienso que es la forma ideal de presentarse ante el lector. Como lectora, he aprendido a disfrutar del misterio de las letras al percibir cómo, cada uno de los autores que albergaba por un tiempo en mi interior, imprimía en mi conciencia el carácter particular de su obra. He llorado, he reído, he crecido y me he formado con los libros. Los más especiales, han dejado una huella imperecedera en mi persona al tocar las fibras más sensibles de mi corazón. Y todo esto, sin haber cruzado jamás una sola mirada o palabra con dichos autores. Por todo ello, puedo dar fe de que la lectura es un alimento para el alma y que contribuye a la creación de un mundo más cercano e integrador. 

A la par, mis impresiones como lectora, han condicionado el modo en el que presento mi propia obra y al tratar de hacer conscientes dichas impresiones durante el proceso de creación y edición, me he dado cuenta de que prefiero dejar todo el protagonismo al lector. Considero que un autor ha triunfado cuando el contenido de su libro es asimilado de tal forma que el lector piensa que lo hubiera podido escribir él. Cuando llega a decir: ¡es como si lo hubiera vivido, pensado o dicho en algún momento! Cuando al acabar el libro, durante unos segundos, se queda sin palabras, con la mente en blanco y un sentimiento de gozo en el corazón... señal de que el contenido le ha llegado muy hondo.

«La escritura nos permite vestir y proteger al alma de las inclemencias del tiempo; escribiendo vuelves a ser tú.»

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[1] Todos mis libros están pensados para ser leídos en formato digital, pues pienso que todos los libros, salvo los de contenido didáctico, nacen con «vocación» interactiva y viajera. Considero que la fórmula “descargar” es lo más parecido a volar que hayamos podido inventar los seres humanos y deseo que mis textos vuelen como hacen las ideas y lleguen al corazón de, cuantas más personas, mejor… 

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